Y perdí Y perdí tanto Que perdí hasta las ganas por vivir Y quién te engañó diciendo que para estar vivo bastaba con respirar.
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Mostrando entradas de febrero, 2019
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Vivimos esperando. Vivimos en nuestros propios sueños, pensamientos, engañándonos. Vivimos con las esperanzas puestas en cosas que sabemos que no ocurrirán, pero es mucho más bonito engañarnos a nosotros mismos. Creemos que vivimos, y sin embargo estamos más que muertos. El tiempo que jamás volverá y lo habremos gastado en cosas que no merecen la pena, en personas que no merecen la pena. Siendo tan ciegos de nuestra propia estupidez, de no haber sido capaces de ver quien si la valía, y haber perdido el tiempo, aquello que nunca vuelve, aquello que no le dimos la oportunidad para ser felices y viviremos con nuestras malas elecciones. Porque es más cómodo no aceptar que somos el problema, que somos quien deberíamos cambiar. Pero, de verdad viviremos, o simplemente parecerá que lo hemos hecho, siendo nosotros mismos espectadores de nuestra vida pasando cuando en realidad no hemos vivido. Hemos estado siempre muerto...
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No tengo por qué esconder, ni avergonzarme de volver este miercoles otra vez al psicólogo después de casi 4 años. Pero si tengo miedo, mucho miedo, de abrir ventanas que no quiero abrir, de cerrar puertas que no quiero cerrar, de hablar de temas que no quiero hablar, de tratarlos con un completo desconocido y sentir que he llegado a eso porque no tenía con quien hablar. No se si ayudará, si funcionará y me sentiré aunque sea un poquito mejor conmigo misma y mi entorno, pero nunca lo sabré si ni si quiera lo he intentado.
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Hay un vacío, que no se llena. Personas que anhelas en el cielo, o aquí en la tierra. Si cada cicatriz cuenta una historia, déjame que recorra el mapa de tu vida, pero no leas la mía. Que la llenabas tanto de luz y a la vez tú mismo te eclipsabas. Mientras las olas rompan en la costa, y mientras el faro no apague su luz.