No tengo por qué esconder, ni avergonzarme de volver este miercoles otra vez al psicólogo después de casi 4 años.
Pero si tengo miedo, mucho miedo, de abrir ventanas que no quiero abrir, de cerrar puertas que no quiero cerrar, de hablar de temas que no quiero hablar, de tratarlos con un completo desconocido y sentir que he llegado a eso porque no tenía con quien hablar.
No se si ayudará, si funcionará y me sentiré aunque sea un poquito mejor conmigo misma y mi entorno, pero nunca lo sabré si ni si quiera lo he intentado.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.