Hay gente que hace heridas
de esas que no se cierran, de las que no curan.
Que aprendes a vivir con ellas, a cuidarlas para que no se hagan más grandes, a echarles alcohol para que no se infecten.
A veces, esas heridas te cambian. Son tan grandes en el pecho que forman un vacío que se traga todo.
No se si son las heridas, o las personas, o simplemente son agujeros negros.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.