Son tan vivos, que me cuesta distinguir los sueños de la realidad.
Mi subconsciente hablandome por las noches, mostrándome aquello que tanto quiero, tanto añoro, y tanto necesito.
En mis sueños no hay dolor, no hay tristeza, no hay malestar, no hay veneno, ni enfermedad.
Pero la noche llega a su fin, y yo no quiero despertar.
Pero los sueños, sueños son.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.