Si la muerte te pregunta por mi, dila que la espero, sin miedo.
Dila que no huiré de ella, que la cogeré de la mano, que no opondré resistencia.
Dila que no tenerla miedo no significa no tenerla respeto.
Dila que no tengo miedo de marchar, si no de a quién dejo atrás.
Hazla prometer, que cuidará de ellos.
Ya que yo me encontraré demasiado lejos.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.