Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2018
Dame un motivo para quedarme. Para no borrarte definitivamente de mi vida. Dame un motivo para esperarte. Antes de que sea demasiado tarde.
Todo quedaba atrás. Era el único pensamiento que pasaba por su cabeza. Tamborileando el lápiz contra el papel. ¿Se intentaba autoconvencer o era real?. Llevaba dos horas delante de aquella cuartilla sin haber escrito ni una mísera sílaba. Estiró los brazos, arqueó la columna y se desperezó para levantarse. Un poco de aire fresco no la iría mal. Se puso su abrigo de paño negro, negro como su bufanda kilométrica, sus pantalones, sus zapatos y el poco corazón que aun le quedaba, negro. Hacía un viento helador, de ese que corta la respiración, pero por lo menos había dejado de llover. Aun quedaban rastros de los charcos, pero ya no quedaban niños para saltarlos. Era tarde asi que estarían en sus casas, con sus familias. No estarían solos. Solos. Dar un paseo bajo la fría luz de las farolas es lo que mejor la vendría para poner sus pensamientos en orden. A ver hasta donde la llevaban...
Vacío. Como mi cama. Como tus palabras. Como mi pecho. Como los Domingos. Vacío. Como los domingos en Noviembre. Como los domingos en Febrero. Ahora todo vacío. No volveré a compartir un Domingo. Los quiero vacíos.
Me alegra ver en lo que te has convertido. Porque me ayuda a no echarte de menos. Me gustaba la persona que veía con mis ojos, no la que eres ahora, para nada. No tendrías que haber vuelto a entrar en mi vida solo para marearme, para que hicieras que perdiera a alguien que valía la pena, porque parece que no te gusta verme feliz. Que no quieres que siga adelante. Te lo dije, que si volvías que no fuera para hacernos más daño. Si no, no vuelvas.
Te iba a escribir una carta de despedida. Una y otra vez, en la noche, lo que escribía, lo borraba. No encontraba las palabras. No encontraba los expresiones. No te encontraba a ti. Te quería escribir una carta de despedida. Porque creo que es hora de dejarte ir. Pero no encontraba las formas. No encontraba las ganas. Solo te encontraba a ti. Te estaba escribiendo una carta de despedida. Pero no puedo. No consigo decirte adiós. Pero tengo que ser fuerte, soltar la luz de mis días negros, el veneno en mi sangre. Porque no pienso volver a caer en tu juego. Ya no volveré a discutir. Y solo te diré adiós.
No hay nada más difícil que un adios. Pero hay veces que es necesario para salvarse uno mismo. Que te echaré menos, igual que un castigo.
Y hoy despierto en mi nueva vida. En la que voy a empezar a preocuparme en mi, y nadie más. En la que aunque te eche de menos lo guardaré en lo más profundo, anulándote. Negándote. Hoy despierta una nueva vida, sacando toda la fuerza para levantarme. Porque es hora de vivir por mi. Ya no puedo luchar más por ti, porque no es justo que hagas y deshagas a tu antojo.
Si me hubieras dejado hubiera luchado por ti contra viento y marea. Te hubiera dado calor en los días más fríos. Te hubiera dado luz en las noches más oscuras. Te hubiera cuidado de tus propios demonios. Te hubiera protegido de mis propias inseguridades. Hubiera estado para apoyarte, pasase lo que pasase. Hubieras tenido una amiga para toda la vida. Solo, si me hubieras dejado.
Por qué te gusta tanto torturarme Por qué de golpe vuelves como si nada, el instante el cual pienso que podremos empezar de cero. Que has cambiado y que esta vez irá bien. Que me has echado de menos. Un instante que se desvanece rápido. Vuelve tu veneno, tu gusto por verme sufrir. Me ahogas, reabres una herida tan profunda de la que tanto me costó salir, y lo peor, consigues que pierda a la persona que me importa. Cuando ya te has alimentado de tu dolor vuelven tus palabras crueles, vuelve el echarme a mi las culpas, vuelve tu huída. ¿No te gusta verme feliz? Me has arrastrado otra vez dentro de la alcantarilla, sola y fría.