Todo quedaba atrás.
Era el único pensamiento que pasaba por su cabeza. Tamborileando el lápiz contra el papel. ¿Se intentaba autoconvencer o era real?.
Llevaba dos horas delante de aquella cuartilla sin haber escrito ni una mísera sílaba. Estiró los brazos, arqueó la columna y se desperezó para levantarse. Un poco de aire fresco no la iría mal.
Se puso su abrigo de paño negro, negro como su bufanda kilométrica, sus pantalones, sus zapatos y el poco corazón que aun le quedaba, negro.
Hacía un viento helador, de ese que corta la respiración, pero por lo menos había dejado de llover. Aun quedaban rastros de los charcos, pero ya no quedaban niños para saltarlos. Era tarde asi que estarían en sus casas, con sus familias. No estarían solos. Solos.
Dar un paseo bajo la fría luz de las farolas es lo que mejor la vendría para poner sus pensamientos en orden. A ver hasta donde la llevaban hoy sus zapatos.
¿Y si de verdad todo quedaba atrás?¿Pero todo? También quedaban atrás sus sueños, sus ganas de volar. Esa niña que con 7 años ya te decía que quería ser escritora y tatuadora, las dos cosas a la vez y que sonaban tan absurdas en su boca. Y ahí estaba, acumulando bocetos que jamás tocarían una piel y escribiendo pequeñas cuartillas. No escribía bien, ella lo sabía, su profesora de lengua se lo había dicho siempre, que no sabía redactar bien, no eran más que un montón de pensamientos escupidos al papel. Pero es que tampoco sabía expresarse bien. En su cabeza todas las ideas, los conceptos estaban muy ordenados, claros y coherentes. Pero otra cosa es cuando tenían que salir de su cabeza, se agolpaban todos en el bulbo raquídeo, y luego salían disparados.
Tú también quedabas atrás, o eso quería pensar ella. Tu pelo tan negro con el contraste de tu blanca piel, esos ojos que ya no recordaban si eran azules o verdes porque nunca eras capaz de mirar a los ojos. Solo una vez mirastes directamente a sus ojos, la última noche que os visteis, en cuanto vio esos ojos pudo ver todo tu interior, y también vio que sería la ultima vez juntos.
"Aleja ese pensamiento, aleja ese pensamiento. No tiene sentido pensar más en ti, no tiene sentido pensar que debería haberte besado más sabiendo que era la última vez. Todas las cosas que ya no le diré. Aleja estos pensamientos porque nuestras noches si quedan atras, aunque tú no."
Siguió andando un par de manzanas más, el frío la helaba los huesos y a causa del viento la dolían los oídos. Caería otra vez enferma, pero no quería volver a casa. No quería volver a la soledad de su piso ni a toda la amplitud de su cama. No quería enfrentarse otra vez al folio en blanco del cual no saldría nada bueno.
Sacó un cigarrillo del bolsillo. No era fumadora habitual, pero agradecía el humo del tabaco en esas noches existenciales. Era irónico, pero en esos momentos era ese humo lo que la hacía respirar, lo que llenaba sus pulmones de aliento.
Algún día, esos cigarrillos también quedarían atrás.