Había enterrado tu recuerdo, para protegerme, y hace una semana alguien sin ni siquiera saberlo, volvió a sacarlo a la luz.
Son ya demasiados meses los que te fuistes, y me sigue pesando como el primer día.
Estoy luchando y siendo fuerte por los dos. Ya que en vida, no pude.
Se que si estuvieras aquí me dirías que no me culpe, que estás orgulloso de mi, y que consiga y luche por lo que de verdad quiero, por el amor, en lo que los dos creíamos. Lo que de verdad importa.
Me dirías que viviese por ti.
En todo este tiempo, te he negado, he callado, como si nunca hubieras existido. Pero ahora vuelves a mi mente casi a cada día. Lo más parecido que tendré nunca a una familia, a un amigo.
Ojalá me hubieras hecho caso.
Ojalá no te hubieras rendido.
Ojalá siguieras aquí.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.