Truce

Tú eres al carne y ahora tienes las flores. Que esas flores te acompañen y no te hagan olvidar. Que la belleza no dura etérnamente. Que nada es para siempre. Que todo perece y se marchita. Las flores y la vida. Que hay gente hermosa, llena de espinas. Pero a pesar de todo, una rosa puede crecer por encima del veneno. Que la rosa, nunca florece sola. Que estas rosas te recuerden, que puedes encontrar luz en el momento más oscuro. Que estas rosas te recuerden las espinas, el dolor que puedes causar y te pueden causar la gente a la que estimas. Que estas rosas te recuerden lo frágil y delicada que puede ser la vida, las personas, las heridas. Y que depende de ti crecer fuerte y erguida. Que estas dos rosas, nunca se marchitan.

Mi vida se torció en el momento en el que te conocí. Tu media sonrisa, tu mirada fija en el suelo. Y sin embargo, luz y calma me transmitían se transformaron en los miedos y la angustia, los que me acompañan cada día.

Prefiero seguir ardiendo a terminar de desaparecer. Porque mientras siga ardiendo significa que hay conbustible, que aún queda algo de mi. Que prefiero seguir ardiendo y aguantar todo este dolor, porque por lo menos siento algo, y eso me hace estar viva. Todo lo que arde, luego de sus cenizas renace, más bello, más fuerte, con más fuego.

Yo lo único que quiero es verte despertar feliz. Que por una vez la noche no pueda contigo. Qué despiertes con la paz que te mereces. Que desaparezcan tus pesadillas y se queden atrás tus demonios. Que dejes de huir, que no tengas miedo. Que sepas ver en ti todo lo bueno que yo veo. Yo lo único que quiero es verte sonreír y tu mirada volando de nuevo.

La tranquilidad de despertar en una cama que no es la mía. El desasosiego de ver que tú no estás. Dando vueltas por la vida, temiendo que no volverás. Esa ilusión por algo o por alguien, esa esperanza, fe y futuro. Llamando soledad a algo que enrealidad es miedo al amor. A eso que todo lo cura,  pero que también un día tanto te destruyó, que ahora te da un miedo atroz. Y viviré sin sentir, sin tus ojos llenos de vida, sin ninguna espectativa.

En el abismo te veo, mirando fíjamente lo que sería el horizonte. Y grito tu nombre, pero son palabras vacías en paraje desierto. Que las heridas que debíamos lamernos, rascamos con ganas hasta llegar al hueso. Y del tuetano has chupado, negro, sucio y espeso. Te lanzaste al vacío, dejando atrás lo que todo lo cura. El cariño y los abrazos, el despertarme contigo. No son más que simples retazos.

Que tendrá la noche, que destruye todo lo que construíste durante el día. Conforme va anocheciendo, la pena y la melancolía van floreciendo. La tristeza y el echar de menos acompaña a la oscuridad. Y a la mañana siguiente, despiertas debastado, teniendo que volver a reconstruirte durante el día otra vez más. Sabiendo que la noche te lo volverá a quitar. Y así pasan los días. Y así pasan las noches. Sin el calor de una piel, con el frío de la aurora.

Es la brisa de la mañana, la que me acaricia por la ventana. El aire frío que entra por mi boca y congela los pulmones. Sentir un hueco vacío donde debería estar el corazón, permite que el aire recorra a su antojo y sin razón. De unas manos que nunca serán tuyas. De una piel que se fragmenta por momentos. La rosa blanca que una vez cortada se marchita. Ya lo único que queda son los recuerdos.

Según Einstein, la dilatación del tiempo es el fenómeno predicho por la teoría de la relatividad, por el cual un observador observa que el reloj de otro (un reloj físicamente idéntico al suyo) está marcando el tiempo a un ritmo menor que el suyo. Pero entonces, ¿qué es el tiempo? Aquel que transforma días en semanas, o las horas en minutos. Aquel que es el ladrón de la memoria, el que se supone que cierra las heridas. Pero, si es tan relativo, y si no me roba tu recuerdo, y si no hace más que rascar la herida en carne viva.

¿Por qué nos da tanto miedo la noche, la oscuridad? Si nos permiten dormir, descansar, recuperarnos de un duro día, pero sobre todo, soñar. Esos sueños que no se tienen durante el día. Esos sueños que cuando despiertas te marchitas. Esos sueños que deseas con todas tus fuerzas que sean realidad. ¿Por qué si la oscuridad de la noche nos abraza, y la luz plata de la Luna nos guía? ¿Por qué lo que sentimos es temor e ira?

El tiempo pasa demasiado deprisa cuando es del sofá a tu cama, de tu cama al sofa. La piel en contacto, pura electricidad. Dos animales, la lujuría, el deseo y el placer. Durante ese tiempo, el resto del mundo desaparece. Los miedos, las dudas.

Hubiera apagado incendios. Hubiera nadado océanos. Habría escalado precipicios. Me hubiera adentrado en la selva. Me habría enfrentado a bestias. Hubiera podido con todo. Y sin embargo ahora. Me estoy quemando. Me estoy ahogando. Me encuentro al borde del precipicio. Me he perdido en la espesura. Me han arrancado hasta el alma. Me han enterrado en vida.

Somos carne y flores. Tu piel y tu aroma. Tu sonrisa y tus silencios. Estamos hechos a base de recuerdos. Lo que somos y lo que serémos. Que hay gente que ya no está, y nunca volverán, y sin embargo su recuerdo siempre te acompañara. Personas que se fueron hace mucho, y viven con más fuerza en tu memoria que los que te acompañan día a día. Pero alfinal todos llegaremos al mismo termino. A la tierra y a las cenizas. A la carne seca y las flores marchitas.