En el abismo te veo, mirando fíjamente lo que sería el horizonte. Y grito tu nombre, pero son palabras vacías en paraje desierto.
Que las heridas que debíamos lamernos, rascamos con ganas hasta llegar al hueso. Y del tuetano has chupado, negro, sucio y espeso.
Te lanzaste al vacío, dejando atrás lo que todo lo cura. El cariño y los abrazos, el despertarme contigo. No son más que simples retazos.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.