Es la brisa de la mañana, la que me acaricia por la ventana.
El aire frío que entra por mi boca y congela los pulmones.
Sentir un hueco vacío donde debería estar el corazón, permite que el aire recorra a su antojo y sin razón.
De unas manos que nunca serán tuyas.
De una piel que se fragmenta por momentos.
La rosa blanca que una vez cortada se marchita.
Ya lo único que queda son los recuerdos.

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