Es la brisa de la mañana, la que me acaricia por la ventana.
El aire frío que entra por mi boca y congela los pulmones.
Sentir un hueco vacío donde debería estar el corazón, permite que el aire recorra a su antojo y sin razón.
De unas manos que nunca serán tuyas.
De una piel que se fragmenta por momentos.
La rosa blanca que una vez cortada se marchita.
Ya lo único que queda son los recuerdos.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.