Mi vida se torció en el momento en el que te conocí.
Tu media sonrisa, tu mirada fija en el suelo. Y sin embargo, luz y calma me transmitían se transformaron en los miedos y la angustia, los que me acompañan cada día.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.