El tiempo pasa demasiado deprisa cuando es del sofá a tu cama, de tu cama al sofa.
La piel en contacto, pura electricidad.
Dos animales, la lujuría, el deseo y el placer.
Durante ese tiempo, el resto del mundo desaparece. Los miedos, las dudas.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.