Son tus manos recorriendo mi cuerpo.
Son tus ojos donde me pierdo.
Es tu boca la que me sonríe.
Es tu pelo el que me acaricia.
Es el vacío en mi pecho el que tanto te echa de menos.
Es mi sangre espesada por el veneno de tus palabras
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.