Y te agradezco a cada instante que no me quisieras, que me apartaras de ti.
Porque contigo la vida hubiera sido una condena.
Me habrías arrastrado al infierno del que no quieres salir. Del infierno en el que estuve una vez y tanto luché por irme de allí.
Tóxico, veneno y frío.
Porque no quieres ver todo lo que puedes ser.
Yo seguiré adelante. Habrá días mejores y días peores. Pero siempre iré con la cabeza bien alta, sabiendo que puedo con todo, queriéndome y no arrepintiéndome de nada.
Yo sigo mi camino.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.