Si los silencios no son incomodos
Si las esperas se hacen llevaderas
Si fueramos por el mismo camino
La lluvia cae, y no me tocan.
Las gotas, frias sobre tu cara, ocultando todos tus miedos. Y tus anhelos.
Callar tan fuerte que se oiga en el silencio.
Un estruendo.
Un trueno.
Todo lo que no nos decimos.
No nos dijimos.
Ni nos diremos.
Las palabras se enquistan.
Y encontrar la calma a mi tormenta, en tu caos.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.