Me paré a dibujar en tu vientre
Mientras tú, me mirabas ausente.
Cuando me quise dar cuenta yo ya me había perdido y tú ya estabas muy lejos.
Tu olor ya es un recuerdo
y tus ojos, un sueño.
Tus manos, ya no la siento
y no quiero que te conviertas en un recuerdo.
Admiro a la gente que escribe y no le quema porque cada palabra que te dedico me duele cada letra.
Tanto sentistes por mí, tanto y tan real.
Tanto me asusté yo, que por mi culpa llegaste a dudar.
Y ahora es tarde, porque te he empujado de mi lado, y tu fuerza no opusiste.
Lejos estás ya, y no sé cómo arreglarlo.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.