Estoy harta de que la gente me diga lo fuerte que soy.
Lo fui, y lo seré.
Pero ahora quiero romperme. Dejadme que me rompa porque estoy cansada de ser la fuerte.
De anular todos los sentimientos, para hacerme de hielo, y ser fuerte.
Dejadme que grite, que ruja, que llore.
Dejadme de cargar por una vez con los poblemas de todos, que esta noche no quiero salvaros.
Dejadme que me derrumbe, porque no me sostienen ya las piernas.
Dejadme que eche de menos a quien yo quiera, aunque no deba, aunque no tenga ese derecho.
Dejadme esta noche, que esta noche, no quiero ser fuerte.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.