Tengo que dejar de escribir.
Porque cada palabra, hurga en la herida.
Cada línea que se mete por mi pecho, sacando todo lo que siento.
Tengo que dejar de escribir, porque quiero anular todo eso. No volver a sentir.
Debo levantar de nuevo los muros de piedra alrededor de mi pecho.
Debo sacarte arrastras, arracarte de cuajo.
Debo olvidarte, porque yo no tengo derecho a recordarte.
Pero lo que debo, es tan diferente de lo que quiero.
Pero no tengo ningún derecho.
Por eso, tengo que dejar de escribirte.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.