Que ya no te escribo, porque no se que escribirte.
Que te he dicho todo, y a la vez me he callado tanto.
Que siempre he ido de cara, y sin embargo no te he enseñado mis entrañas.
Que te he tratado como un rey sin corona, y tu con ningún aprecio.
Que apareciste tan inesperadamente como te has ido.
Que he luchado hasta el último aliento, pero tus demonios me han ganado.
Que no se si quedarme, o dejarte ir.
Son los versos robados, los que queman cada noche. Las palabras que tapan con su velo los puñales. La poesía dedicada a las cosas que nunca tendremos. Alimentando nuestra propia tristeza y miedo. Y dime niña, ¿qué es aquello que tanto anhelas, si nunca has tenido? Y dile niña, ¿con qué sueñas cada noche sabiendo que no ya lo habías perdido? La voz resuena en tu cabeza, ríndete, dice profunda. Ríndete y deja que la oscuridad te destruya.